«Producto» (La Corporación, 2009) probablemente tenga razones suficientes para hacer de disco fundamental en la carrera de La URSS. De entrada es su primer LP, es el primer trabajo que sacan como La Corporación, esto es, en formato autoeditado y es el billete que les llevó en su viaje transoceánico para una gira por México y los EEUU. Tuvieron, eso sí, que reeditarlo con Todo Destruido Records, un sello autogestionado de Austin (Texas) para promocionarlo en en el mercado yanqui. Lo sacaron con otra portada, con una hoja con las letras en inglés y español y bajo el título «Product» (Todo Destruido, 2010). De esta nueva versión saldrían 550 copias, como en la tirada para la versión del mercado nacional.
Es además el primer disco que graban en Tigruss Studios de Gandía (Valencia), saliendo por ello de Granada. Masterizado en Curva Polar por Julio y finalmente editado por el sello Bowery Records, que ya les hubiera editado el «Europa / Última Guerra» (Bowery, 2007). El disco incluía libreto con letras y collages de fotos.
Pero por encima de todo «Producto» constituye una especie de escaparate, que transciende el plano meramente musical, para plantear todo un ideario político y social de cómo entiende La URSS la vida moderna. Críticas a sistemas y sociedades que terminan destrozando al individuo, que consiguen deshumanizarlo y llevarlo al desquicie y finalmente su destrucción. Sociedad que sólo se preocupa de las personas como meros elementos con los que mantener una rueda de producción y consumo, piezas necesarias pero perfectamente reemplazables para sostener cadenas de producción por encima del interés de mantener bienestar alguno.
No hay prácticamente ni un tema de los que componen el total del disco que escapen de esta denuncia implacable, ácida y corrosiva. Como la que practicaran en su momento los californianos Dead Kennedys en su labor de torpedeo de la bienpensante y autocomplaciente sociedad norteamericana de finales de los 70. Con ellos guarda además La URSS una innegable y saludable conexión en lo musical, con coros, ambientes de guitarra y desquicie en la voz como la que propone Áfrico, su cantante. «Tened fe en el partido«, «Anticuado siglo XX«, «Acerquemos la democracia a los niños«, etc. son ejemplos válidos para dicha comparación.
Pero por las mismas, «Felices días en Fuenguirola«, la crítica al campo de concentración contra la diversión y expansión juvenil en la ciudad andaluza que pudiera equipararse a aquel «California Uber Alles» de los californianos, tiene riffs de guitarra que parecen tomados directamente de los Sex Pistols y distorsiones vocales del final propios del mismísimo Johhny Rotten.
De igual forma, es mucha la componente oscura, de punk rock teñido de oscuro. La que planea, a modo de los UK Decay por ejemplo, sobre «Noche cerrada» o la impresionante «Sado en Belgrado«. Precisamente es en esta última canción donde se hace mención explícita a gobierno concreto en sus críticas. Se refieren a la ex-Yugoslavia, en una de las poquísimas ocasiones en las que se abandona ese tono de ataque global al estado moderno en su concepción más general.
«Amad a Dios«, con un cierto aire de tributo a compases de los Kortatu y su «A la calle«, tiene en su temática, sin embargo, mucho de aquel «Jesus died for his own sins, not mine» de los Crass. De ser válidas pues las comparaciones propuestas, resulta amplio el espectro en el que fijar la mirada a la hora de escuchar a La URSS.
No son berridos o exabruptos los que practican los andaluces, ya que las letras, leidas con detenimiento, son pequeñas gemas de prosa antisistema. Tienen en algunos casos además el deslumbrante acierto de conmover incluso aunque se trate de espinosas cuestiones como la de la pederastia desde la visión del acosador («Todo sobre tu hija«) o como cuando se proponen sacrílegas acciones («Amad a Dios«). Quizá por ser tan notables, lo que más se echa en falta es tener la posibilidad de entenderlas en el contexto de la propia canción. La contundencia y la decidida apuesta de hacer del timbre de Áfrico un estilete más con el que provocar al oyente tienen en su contra el dejar en un inmerecido plano inferior a la manera de contar las cosas en cada canción.
Títulos-consignas para las canciones: «Amad a Dios«, «Llena tu ataúd«, «Acerquemos la democracia a los niños«, «Tened fe en el partido«,… Desesperanza e imposibilidad de cambiar las cosas, «Producto» es una obra sin compasión, totalmente descarnada. Punk estilado en las maneras de hacer la música y en las de proponer los mensajes que lo convierten irremediablemente en uno de los discos de punk nacional de la década. Sin duda.