Segundo sencillo encabezado por una cara A de buena letra, música melódica y arreglos remarcables que dio continuidad a la carrera artística de la renacida Maya. Un tema cortado a medida de una excelente voz que aquí se luce en diferentes registros y muestra a las claras que Rosa María había nacido para cantar.
En la cara B una canción plena de sentimiento, de sentimiento triste que homenajea a sus paisanos que se dejaron la vida en el carbón, algo que ella conoció desde niña y en la que pone su corazón.
Este disco se asomó con timidez a las listas de ventas y sirvió para el objetivo de afianzar una trayectoria que en esta ocasión había nacido con buenos augurios.