Una frase escrita en una servilleta, un haiku, un par de versos sueltos, un juego de palabras… con elementos sencillísimos, desnudos, Nosoträsh, aliadas con el gran Ibon Errazkin, construyeron un álbum de esos que son especiales desde su concepto, y que pervivirán por muchos años. «Popemas» (Elefant, 2002) nos mostró a una banda experimental y experimentada, libre, con las cosas claras (quizá por primera vez en su carrera) y, por qué no decirlo, madura.
La obra maestra de Nosoträsh se abre con la canción menos «popema» de todas, la inconmensurable «Arte«, que dura casi dos minutos y tiene una estructura muy determinada, una especie de estribillo que es de lo más pop que han hecho jamás y se cierra con una colaboración con Nacho Vegas, «Tres tristes tigres«, en la que la influencia del cantautor asturiano es más que notable, pues podría caber en cualquiera de sus discos. En medio tenemos de todo: la animada «Gloria«, historia de superación amorosa perfecta y la triste «Corazón colilla«, que resta gravedad gracias a las percusiones brasileñas, a los arreglos acuáticos, a esos acordes mayores de guitarra acústica tan bien metidos y los coros finales, uno de los puntos máximos de la carrera de Nosoträsh.
Los ruidos de lluvia en «Tan solo por los besos» contrastan con los bongos felices de «Doméstico«. El homenaje de «Electrojeanette» resumen en minuto y medio la dulce melancolía de Jeanette y «Simulacro» y «Sentada al borde de mí» representan el puente perfecto entre las Nosoträsh de los 90 y las de «Popemas».
Difícil elegir entre tanto preciosismo, pues poco (me atrevería a afirmar que nada) se podría desechar. Si hay que elegir hits (improbables, pero hits y al fin y al cabo), me quedo sin duda con las citadas «Arte«, «Gloria» y Corazón colilla«.
Describir cada popema es una labor algo complicada, porque el disco funciona como un todo, pero sí se puede comprobar que los temas que siempre toca el grupo vuelven a aparecer: la situación de la mujer moderna, la melancolía del norte, situaciones cotidianas, desamores bien superados… pero tratados de otra forma, a través de unas letras tan sencillas como brillantes, repletas de hallazgos literarios y de juegos lingüísticos. A pesar de todo, cabe destacar que contiene algunas de las canciones más tristes del grupo, que parece que encuentran en el drama el aliado perfecto para dar forma a sus peculiares canciones. Varias son las novedades, tanto a nivel de letras como de música, de «Popemas» respecto a sus anteriores entregas. De entrada, Natalia ya no canta en la mayoría de los temas, sino que las voces principales se van turnando entre todas las integrantes del grupo, aportando variedad y personalidad a cada tema. Los arreglos de Errazkin están muy presentes en todos los temas, y se percibe una presencia mayor de teclados y percusiones que en sus discos anteriores, pero también muchas guitarras acústicas y sorpresas sonoras que son novedad en la banda.
Sin duda, uno de los grandes discos de la primera década del siglo XXI, y no lo digo yo, lo dice tanto la crítica (apareció en muchas listas) como el público, ya que esta es una de esas veces mágicas en las que el mejor disco de una banda es también el más conocido.