Sencillo muy del estilo Belter para la presentación de una casi veterana Margaluz como solista. Pachanguitas bien orquestadas a ritmo de marcha verbenera que sentaban bien al estilo interpretativo de la cantante. La cara A era la versión española de un tema eurovisivo de aquel año, concretamente la canción luxemburguesa originalmente cantada por Monique Melsen, que ocupó el octavo puesto. Un tema alegre de consumo y olvido realmente fáciles.
Para la cara B más de lo mismo, otro bailable chunda chunda con ciertas reminiscencias hispanas en el cadencioso ritmo y en el trompeteo de acompañamiento.
Un disco que evidencia que canciones tan horteras como estas le venían pequeñas a una voz y a una intérprete curtida en mil batallas escénicas, a pesar de ser neófita como cantante en solitario.