La Vacazul se presentaba a mediados de los 90 con este álbum de rock enérgico producido por Dj Vaina. Anunciaban a través de él por donde iban a ir los tiros próximamente, y vaya si prometía.
El sonido del grupo es reconocible ya en estos comienzos con el toque retro que aporta Daniel Madariaga o la contudencia de la base rítimica a cargo de Jairo, pero la presencia de Rodrigo Llamazares condiciona el estilo de este disco, pues posee una voz muy particular, fuerte y rasgada, que le da un toque funk y disco (incluso con detalles de hip hop) que no tendrán trabajos posteriores. El sonido de este álbum puede llegar a recordar al estilo que más tarde explotarían los desaparecidos Sobrinus. A destacar en esta onda los temas “Buen hijo” o “Bang bang”.
Pero no todas las canciones siguen la misma línea, pues también hay lugar para los medios tiempos como “Prisas” o el soul de “Confusión”, donde Rodrigo Llamazares da un verdadero repaso con su voz.
Colaboran en el disco con sus voces Amparo Sánchez de Amparanoia y Lúcas Álvarez, además de José Macía a la percusión. Este primer disco ha quedado ciertamente relegado a un segundo o incluso tercer plano. En sus presentaciones en directo, la banda no suele incluir ninguna de sus canciones. Rodrigo Llamazares abandonaría el grupo para centrarse en Super Skunk junto a Javier Gómez, el batería, que dejó su lugar a Antonio -Pax- Álvarez.
Gran debut de La Vacazul (hasta el cuarto disco no abandonaron el artículo que acompaña al nombre) pero poco tenido en cuenta actualmente. Una copia es casi imposible de encontrar, por lo que se ha convertido en un objeto de valor para los fans.