Lejos de dar muestras de cansancio, el rockero de Carabanchel se planta en el ecuador de los 90 haciendo de las suyas.
De inicio la cosa promete, “¿De qué vas?” arranca con un riff de guitarra sucia a medio tiempo en la que Rosendo le canta a su hijo Rodrigo las verdades del barquero: ”Confundes marginal con nunca me dan lo que yo quiero / y pienso maldición eres un corazón salvaje ¿de qué vas?”. El tirón de orejas da paso a “Tengo que no tengo” que parece jugar al despiste al inicio con jugueteos de piano, guitarras con wah wah y slap al bajo, todo espolvoreado con percusión; acabando en una línea rockera con mucha pegada, le sigue “Puedo ser más eficaz” barriendo todo lo que pueda quedar suelto con un tono crítico que dicho sea de paso se antoja bastante actual, y eso que han pasado ya 20 años. Me quedo con la frase: “Y no estoy pidiendo un imperio, sólo que me dejen en paz”, ahí lo dejo.
En general todo el disco rezuma saber hacer y solvencia, el frenazo de la balada “A la sombra de una mentira” da paso a “Hasta de perfil” donde el madrileño vuelve a pisar el pedal de la derecha, en un tema afiladísimo que trata de las ínfulas del que va subidito de poder con los Celtas Cortos arrimando el hombro colaborando con excelentes arreglos. No acaban ahí las colaboraciones, Los Dalton colaboran en “Como estatuas de sal”; y como viene siendo costumbre este disco sigue teniendo un poquito de todo, desde una pieza instrumental como “Suspensivos”, hasta el punto reggae de “Díselo tú”, pasando por una revisión del clásico de Antonio Vega “Lo que tú y yo sabemos”.
Efectivamente un poquito de todo y todo con buen gusto. Rosendo difícilmente decepciona.