Octavo trabajo de estudio del artista aragonés (primero desde su ruptura con EMI para fichar por Warner) que sigue apostando por discos ambiciosos y de muchas canciones. Quince son los temas que en esta ocasión propone en los que hay un poquito de todo, empezando con la fuerza de “Despierta” comprobamos que Bunbury vuelve a unas letras más directas y sencillas -no en vano Héroes del Silencio pese a la congoja de muchos queda ya lejos- en una tónica de denuncia social que se nota en todo el disco; así pasa de la crítica a un llamamiento al ánimo y a la esperanza en “Más alto que nosotros sólo el cielo” al paso firme de “Salvavidas” con sus toquecillos glam.
Estamos en general ante un disco bastante oscuro, el zaragozano tiene momentos de rabia, de melancolía, de tristeza o de esperanza en alguna ocasión; temas de configuración rockera con ritmos tranquilos, guitarras lánguidas y arreglos de cuerda variopintos y una gran presencia de la música negra por todas partes, canciones como “Habrá una guerra en la calle” o “El cambio y la celebración” se van desgranando sin prisa invitando a una escucha activa y plena para captar debidamente todo el mosaico sonoro.
Avanzando más en el disco encontramos a un Bunbury más reconocible, acercándose más a trabajos anteriores por sus reminiscencias sudamericanas y su regusto por el club de carretera y el cabaret barato; por supuesto muy lejos de “Pequeño” (Chrysalis, 1999), pero sí quizá más cerca de “Licenciado Cantinas” (EMI, 2011) en cortes como “Todo” o “Mar de dudas” o “Causalidades”, quedando en general un disco de ritmo tranquilo pero con mucho contenido, de filosofía de bar y ademanes taciturnos.
Se recomienda escuchar el disco con mucha atención para apreciar bien los detalles, ya que difícilmente te dejarán indiferente; lo de que Bunbury o te encanta o lo odias, ¿se sigue diciendo o era sólo con Héroes?