En pleno 2010 el uso de la palabra emo está, y con razón, muy desprestigiado. Al pronunciar dicha palabra a todos nos viene a la mente un adolescente llorón, lleno de granos, vestido de negro y mostrando los calzones, la mayoría de veces radiando sus avatares emocionales vía fotolog o myspace, y la mayoría de veces con un dudoso gusto musical. Pero antes de que mutara de significado, el ser emo era una palabra que agrupaba a bandas que iban desde Jimmy Eat World a los primerizos Weezer, y no era más que una forma de enfatizar la capacidad de aflorar emociones en el oyente. Pues bien, «Orion’s Belt» (BCore, 2004) se erige como una de las cimas del emo-rock nacional. Sin vergüenzas.
Grabado en los estudios Engine de Chicago y contando con un cuarteto de cuerda, el sonido de la banda deja atrás todos sus parecidos y madura como tal, llenándolo todo por completo, creando una montaña rusa de sentimientos y emociones en cada uno de sus cortes, en los que la prodigiosa interpretación a cargo de Ramón tiene mucho que ver, llena de matices y registros que se adaptan perfectamente a las necesidades de las canciones. La escucha de «September», en este sentido, podría sintetizar todo lo que aquí estoy tratando de explicar, una cancion emocionante, con repechos y descensos, con una lucha tremenda ante la desgana, la abulia y la resignación. Sublime.
Un gran álbum tras el cual los Madee se tomarían un respiro, oxigenándose en proyectos paralelos y resurgiendo con una lógica evolución en el sonido, mucho más cercano al clásico pop-rock. Y es que haber pretendido hacer de nuevo otro «Orion’s Belt» pero tres años después, hubiera significado un auténtico suicidio.