Verano de 1992. La Expo y los Juegos Olímpicos copan todos los informativos mientras La Casa Usher está a punto de registrar su primer disco en condiciones. Tras la maqueta homónima, un montón de conciertos y la aprobación de Munster, el EP se graba en cuatro días; a día por canción. “Obsesión”, “Hay algo en ti”, “Busca en mis sueños” y “Me quiero a mí” suponen la eclosión de la variada mezcla de influencias oscuras que planean sobre el grupo. Y no sólo musicales, claro, porque la letra de “Obsesión” es deudora del viejo Poe a más no poder: “Mi cabeza no es más que un laberinto repleto de ansiedad / He vuelto a despertar entre campanas que no van a sonar / Veo en la oscuridad el terrible tormento que anuncia mi final / Tengo que conseguir que tras la muerte nada me haga vivir”.
“Hay algo en ti” no es mucho más positiva (“Él estuvo presente en tu nacimiento y te espera / en el Infierno”), y en “Busca en mis sueños” (una canción que bien podría estar en el primer disco de Héroes del Silencio), Txarly canta: “Busca en mis sueños / busca algún recuerdo / y quizás así entenderás / por qué ahora quiero llorar”.
La conclusiva “Me quiero a mí” demuestra que la sombra de Eduardo Benavente siempre fue alargada: “Nunca me engaño, me quiero a mí / nunca me grito, me quiero a mí / nunca me fallo, me quiero a mí”. ¿Alguien dijo “Autosuficiencia”?