«No Disparen al Pianista» (EMI, 2006) es un disco grabado en 2006 con la producción a cargo de Fino Oyonarte, ex-bajista de Los Enemigos y ahora en Clovis. Fue el primer disco grabado con una multinacional, EMI.
Con «No Disparen al Pianista», Le Punk da un pequeño giro de estilo. Con matices. Más que abandonar el sonido del primer disco, esa mezcla de swing, tango y rock and roll, añade nuevos puntos de vista. Concretamente, recoge sonidos del folclore balcánico, perfectamente reconocibles en dos de los temas más celebrados y destacados del disco, «Nacemos solos» y «El basker».
El disco comienza con «La piedra«, una rareza similar a «Chucho», que abría «La Logia de la Canalla» (Zero, 2003). Parecen estar premeditados estos temas de introducción pues los dos pueden ser de ritmo pesado para oídos poco entrenados, de letras cargadas de mala leche, aunque también irónicas. «La piedra» es una nueva presentación, un saludo de bienvenida, que parece estar diciendo “somos Le Punk y no vamos a ser fáciles”.
«La virgen de la soledad» es, sino la mejor, una de las mejores canciones que ha escrito Le Punk. Elegante, con una letra genial, es la mejor banda sonora para un oscuro bar. Por canciones como esta sería incomprensible ver a Le Punk llenando un estadio. Y no por que no se lo merecieran, sino más bien por su enorme personalidad relacionada con pequeños aforos con encanto. Nada que decir de los conciertos al aire libre durante el día, eso debería estar prohibido para ciertos grupos.
En otro orden de cosas, Le Punk no parece dispuesto a ser una banda predecible. Y es que sería de esperar que al poder contar con Antonio Bartrina, el mayor exponente del tango en España, 25 años en 2009 al frente de Malevaje, se marcaran un tango en toda regla. Claro está, esto no es así, y Bartrina colabora cantando a dúo con Alfa en «El telón«, tema con tintes políticos de los que gustan Le Punk, una oda contra los nacionalismos, “y a cuántos llevará / la puta enfermedad de las banderas”.
El sexto corte, «Enemigo equivocado», le da un poco de calma a un inicio tan fulgurante, de alguna forma pone las cosas en su sitio. Es una canción que quizá pasa desapercibida en un primer momento por el mismo motivo. Y es un placer redescubrirla pasado un tiempo, para valorarla en su justa medida, pues tiene una de las mejores letras del disco. En futuros conciertos el grupo abriría con este tema.
«Compañeros» es toda una canción tabernaria, mandolina incluida, para brindar con los amigos cuando ya han desfilado bastantes cervezas. Tema por tanto de exaltación del compañerismo con el que la banda suele cerrar sus directos. Le sigue «Vivir sin recordar», que abre a lo grande Tuli con su saxo. Es la canción más melancólica del disco, que enamoraría a Xoel López de Deluxe, quien no se resistió a versionarla.
A continuación llega un tema muy especial, pues está cantando en esperanto, el idioma creado con la intención de que fuera universal. «La lukto estas perdita», “La lucha está perdida” en castellano, es una canción ideada por Alfa que habla de la muerte de la utopía, la pérdida de esperanza, precisamente en el idioma que pretendía convertirse en una fuente mundial de optimismo.
El disco va llegando a su fin pero Le Punk aún tienen balas en la recámara. Como «He cambiado para peor», canción quizá en la onda de «Enemigo equivocado«, de esas que hacen reconocible y singular el sonido de un grupo. Después llega la locura con «La logia de la canalla«, título de su primer disco que en «No Disparen al Pianista» es una pieza de surf rock con fiesta profana incluida y un clímax musical final muy recomendable.
Y todo termina con «Canción para Europa«, de nuevo canción de tono político al estilo Le Punk, sin grandes pretensiones ni referencias directas. «Canción para Europa» es una crítica al viejo continente y al nuevo sentimiento europeísta que desde hace un tiempo tratan de inculcarnos.
Un gran disco, quizá eclipsado por lo que vendría después.
