«El futuro ya está aquí», se puede oír en el corte que abre este «Música Moderna» (Hispavox, 1980). Y lo cierto es que no andaba muy lejos, porque nos encontramos ante uno de los álbumes más pioneros y referentes de la década, por parte de uno de los grupos más importantes e influyentes en la historia de la música española. Nuestro «London Calling» (Epic, 1979) particular. Dejando aparte toda la carga adolescente del himno que es «Enamorado de la moda juvenil» (la ironía a veces no es bien interpretada, Hispavox intentó vender el producto basándose exclusivamente en ello), no sólo encontramos distendidos ramalazos punk-pop en este disco, sino ritmos y arreglos sorprendentes por lo actual de la propuesta. Así, en la excelente «Ivonne» -composición en la cual interviene Berlanga e interpretada también por Pegamoides con el nombre de «Rendivú en el hipódromo»– nos encontramos con giros propios de unos Architecture In Helsinki de este nuevo siglo.
El disco asume el papel de canalizador de los distintos ecos nuevaoleros que se recorrerían en la capital, procedentes mayoritariamente de las islas: el ya mencionado punk-pop de Los Nikis, las tinieblas y oscuridad de los finales Pegamoides; lo sintético de Aviador Dro y lo experimental de Zombies; el reggae irreverente de Ejecutivos Agresivos; el elemento naíf de Paraíso.
¿Por qué entonces este sí y no cualquiera de los anteriormente nombrados? Difícil de explicar, pero lo cierto es que Radio Futura mostró el camino del dinero a las discográficas, convirtiéndose en la punta de lanza del movimiento. El neo ye-yé de «Divina», con guiño a Kaka de Luxe incluido –«estuviste en Kaka de Luxe, pero no te oí cantar»– deja patente que si bien sin estos probablemente no hubiera existido Movida ninguna, sin Radio Futura no hubiera gozado de la repercusión que hoy día tiene, de ello no cabe la menor duda. No hace falta decir que esta fantástica versión de «Ballrooms of Mars» de Marc Bolan & T.Rex, estaba dedicada a Olvido.
Los experimentos a veces están algo inacabados, como «Regreso a las minas», de corte Devo y temática Almodóvar & McNamara, que puede llegar a hacerse algo larga, o el brusco final de la sensual y psicodélica «Muchachita», provista, por cierto, de tan acertadas guitarras. Pero qué diantre, la batidora surf-pop-rock-punk de «Trepidación» bien vale un par de intentos fallidos.
Cierra «La máquina», con regustillo glam a lo Tino Casal, que parece ser cantada por Pablo Carbonell. Y es que los Auserón siempre se quejaron del sonido, de que las voces habían sido retocadas sin previa consulta a la banda (es cierto que tan pronto suenan a lo Bonezzi como a lo Fernando Márquez, como a lo McNamara), pero, vamos, que menos mal… un discazo en toda regla, se pongan como se pongan.