Distribuido por Basati, «Muerte al Violador» (TX, 1991) salió editado y producido por el grupo y Tx, el sello tras el que estaba Ángel González Kataraín, responsable del estudio montado en un caserío en Lazkano, Ordizia.
Se trata del debut de Potrotaino, tras haber editado dos maquetas llenas de temas potentes un par de años antes de las que se nutre en gran medida. El disco toma el nombre de una de las canciones incluidas en la segunda de ellas, «Beraien Adierazpen Askatasuna» (1990). Todo en el diseño, tanto de portada como de contra, gira en torno precisamente a la venganza contra el violador. Dibujo de uno de ellos recién atacado en sus genitales para la primera y recortes de periódicos con noticias reales sobre víctimas de violación para la contra.
Plagado de efectos y detalles introducidos por mediación de González Katarain, desde los teclados hasta la batería electrónica utilizada con cierta frecuencia en la época, el caso es que el disco contiene algunos de los momentos más intensos de los guipuzcoanos. «Mili no«, «Condenados» o «Destrucción«, por ejemplo, son abrasivos y demoledores… punk de lo mejor apuntando a las velocidades que se gastaban GBH o Discharge.
«Madrugando«, un auténtico mazazo con el que se abre el trabajo, parece combinar esa dureza con guitarras que exploran ese terreno común que a veces comparten tanto el hardcore más speedico con la contundencia del metal. Estas querencias rockeras son las que parecen alimentar los punteos de «Nena«, la especie de abrazo de oso que se permiten como única muestra de sentimiento amoroso o sencillamente de atracción por la chica.
Decididamente antimilitaristas, violentos en su oposición a las fuerzas de seguridad y su actuación arbitraria para con la juventud («Historia triste» cuenta del episodio que le valió a Antón, batería de la banda cuando aún militaba en Delirium Tremens, un balazo que le atravesó el riñón), queda también hueco para referirse tanto a hecatombes por apocalípsis nucleares como a suciedades medioambientales varias (como la que pudre el río de su Ordizia natal).
Estreno discográfico de lo más intenso, lo suficientemente tardío con respecto a las cintas previas como para alejarse del estricto punk de los comienzos de la banda. Se mueve por contra más en una especie de combinación con los elementos de rock duro hacia los que derivaría la fórmula empleada en discos sucesivos.