Motoharu Okamura

Un disco no exento de cierta dosis de responsabilidad, más que nada porque sientan que en su debut, Motoharu Okamura, haya que marcar la distancia suficiente con respecto a Automatics, en donde militaban los dos guitarras Manuel y Poncho. Inicialmente tuvieron clara su intención de buscar un sonido autónomo con respecto a un grupo cuya segunda etapa no había dejado el buen sabor de boca que esperaban.

El disco comienza a elaborarse de manera totalmente artesanal en el estudio del grupo, trabajando inicialmente en el material que han preparado Manuel y Poncho y cuya forma material quedaría lista con la participación del resto de la banda. Grabación y mezclas a lo largo del 2021 para dejarlo terminado en octubre en el estudio de Santiago Villar.

De la mano de un sello que ha demostrado siempre una confianza total en los proyectos generados alrededor de los de Linares, Clifford Records, han dado rienda suelta a una querencia natural por la composición de atmósferas densas a partir de muros de guitarras. Canciones que se estiran gelatinosas, gomosas y esponjosas sin prisa alguna, sin intención de apretar el acelerador. Por contra, es precisamente con esta dilatación con la que parecen recrearse. Sí, seguro que con maneras que recuerdan a revisiones del sonido de The Jesus and Mary Chain, una banda que, por otro lado, siempre gustó al núcleo original del grupo.

«Ya somos tres» y «Lluvia de ángeles» servirían ellas solas para justificar el haber retomado los instrumentos. Oscuras, empapadas de un éter electrificado especial. Pero es que la emoción se extiende a «Metal baby» en la que parecen notarse chispazos de reverberación y que construyen a partir de melodías vocales y de guitarra irresistibles.

Creo detectar armónica y banjo en «Imposible aquí», en un cierto toque de americana a un modo de crispar energía sonora tejiendo entornos de tormenta. En ese sentido «Piel y hueso» tiene algo de lluvia final tras una tarde de bochorno.

La cara B, que comienza de manera comedida con «Arena», trae momentos intensos y sobresalientes como «Sangre en su fiesta», en los que ciertos detalles de electrónica en la producción lo vuelven todo planeador.

«No vuelvas a creer» es igualmente especial. Diríase que es el resultado de aplicar una fórmula similar a la descrita antes, pero utilizando de base el sonido de bandas como Dandy Warhols.

Cierran con «Filofobia», en el que dejan disipar la tensión acumulada en temas anteriores.

Para el diseño de portada y contra se utilizó diseño de Manuel y foto de Eli Morales respectivamente. En ambos casos se juega con la disposición en una habitación con un aire muy similar al utilizado por Oasis en «Definitely Maybe» (Creation, 1994).

Un gran disco, que certifica la irrupción de una más que interesante propuesta de manos de quienes han dado sobradas muestras de solvencia en estos negocios de guitarras poderosas.