Se ha escrito en muchas partes que este tercer disco fue el mejor de la carrera de Fusioon y yo discrepo totalmente. Que me perdonen los puristas del rock sinfónico y progresivo, pero los larguísimos temas pródigos en soliloquios instrumentales que no conducen a ninguna parte, convertidos en ocasiones en muestrarios de sonidos, me parecen bastante tediosos. La influencia de compositores clásicos contemporáneos como Stockhausen o Webern sopla lejana sobre los cuatro manresanos entregados más que nunca a la especulación.
El disco se estructura en tres piezas. La primera dura diecinueve minutos y ocupa toda la cara principal y las otras dos se reparten la cara B. “Ebusus” es un puzle estilístico un tanto desordenado en el que el virtuosismo de los ejecutantes queda puesto de manifiesto al servicio de una idea meramente especulativa. La segunda suite, con once minutos de duración, da título a todo el álbum. Circula por las mismas carreteras que la anterior, notándose aquí una cierta tendencia hacia el descriptivismo con uso de campanas y, sobre todo, de melodías de corte folclórico. Las dos partes de “Llaves del subconsciente” se articulan como una fuga protagonizada por los teclados y vanguardistas efectos sonoros que nos recuerda mucho a algunas posteriores muestras de new age o, como se llamaba por entonces, música ambiental.