Con cambios en la formación, y la colaboración de Calamaro para el tema “Al fin sola, al fin loca”, Christina, que confesaría sentirse más afín que nunca a este nuevo estilo musical que calzaba, firmaba en 1994 el segundo y último trabajo junto a Los Subterráneos, unos chicuelos algo bribones que terminaron por cansar a la madrileña por cierta falta de seriedad. Así, “Mi Pequeño Animal” (WEA, 1994) cerraba la fugaz carrera de la formación, y añadía un capítulo diferente más a la ya variada biografía musical de su protagonista.
Un disco sensual donde las canciones, cuya temática sigue la línea de sus predecesoras, se muestran más sucias y taberneras, lo que al mismo tiempo le otorga mayor clase. Aunque la repercusión mediática fuera menor, encontramos nuevamente temas destacados como “Pálido”, single del disco, “Días Grandes de Teresa” o el que da nombre al trabajo, composición claramente erótica, por la que sería censurado en algunos países latinoamericanos.
Con corte podríamos decir algo setentero, donde se pueden atisbar, además de un rock más asentado, ciertas salpicaduras de blues y algún chisporroteo leve de psicodelia, el disco tiene también momentos luminosos y elegantes como “Sé que me harás llorar” o “Alicia”, o más próximas a los acústico y folk con “Muertos o algo mejor” que le distancian de su hermano mayor.
Quizá esta pequeña apertura a sonidos diferentes era el inicio ya de una nueva búsqueda de aquel en el que Christina realmente se sintiera cómoda, pues como confesaría años más tarde, ya más asentada su carrera en solitario, su fragilidad hizo que nunca fuera una verdadera chica rock. Aún así nos dejó notables temas para el recuerdo.