Cristina está en racha y en su tercer sencillo de 1970 elige una canción desenfadada con mucho chunda chunda y pegadiza como un chicle en un zapato. El acompañamiento es aquí una especie de banda de música que impele a la canción un aire popular y una alegría desbordante. Cristina, por su parte, está cantando mejor que nunca, defendiendo temas, como éste, que sin ser originales ni de gran calidad, son resultones para guateques veraniegos y bailes en la plaza mayor del pueblo.
Más me gusta “Cambiemos el color del cielo”, que me recuerda a la época de Los Stop. Un tema romántico con una letra estimable. Esta canción la ha mantenido la cantante en su repertorio durante toda su vida y es una buena muestra del estilo interpretativo y el tipo de canciones que Cristina exhibía en aquellos años en que comenzaba su carrera en solitario.