Grabado a finales de 1974 y con evidente retraso sobre lo previsto, aparece este LP en el que Maya regresa decididamente al folk hispanoamericano, que era su auténtica pasión y el estilo al que dedicaría sus mejores interpretaciones.
Otra vez las guitarras, el charango, el requinto y el bombo leguero vuelven a arropar su voz, aunque en alguno de sus temas vuelve a colocarnos una orquesta no siempre justificada. Se inicia el long play con una memorable “Luna llena estival”, una canción llena de ritmo que invita al baile, a la fiesta en el campo a la luz de la luna y que reconcilia a la cantante con los amantes del buen folk.
“Señora María Rosa”, que también grabaría la Pradera, nos muestra los tonos más graves de la voz de Maya en un tema de origen colombiano cargado de sombras y pesadumbres que es justo la otra cara de la primera canción sin abandonar del todo los presupuestos folk. Quizá estas dos primeras canciones son las dos más representativos de un disco que es en realidad un recital folk más apto para escucha en directo que para un vinilo.
Temas como “El cuatro” dedicado a este peculiar instrumento cubano, la canción de cuna: “Nana del alba” en la que los coros se conviertan en el principal elemento del acompañamiento, la movida cueca “Pal que se va” te suelta los pies y te lleva de romería primaveral con la cordillera andina al fondo, esa monótona, “Resolana” y esa descripción poética llamada “Guitarrero viejo” escrita por Alfredo Zitarrosa y dedicada al viejo Yupanqui conforman una vuelta al nuevo folk argentino tan amado por esta cantante.
Si algo tengo que recomendar de este LP, encarecidamente te invito a escuchar esa “Luna llena estival”, una esencia folk con olor a tomillo y a jara.