Cuatro largos temas de estructura un tanto indefinida conforman este primer LP de la banda gaditana. En palabras de su teclista Chano Domínguez se tratan de temas “volados con muchas modulaciones y largos desarrollos, que eran los procedimientos típicos de la época”. Tras esta definición se esconde una música intrincada en la que junto a algún momento memorable, hay otros de aburrimiento y especulación sonora sin rumbo fijo.
El primer tema “Alameda” es el más sinfónico de los cuatro con claras influencias de los teclados e ideas de Keith Emerson. El tema que presta su título a todo el disco se adentra en ritmos fronterizos con el jazz, con Chano haciendo diabluras con el sintetizador y el mellotrón, bien replicado por el toque aflamencado de la guitarra de Paco Delgado. La voz está un tanto metida con calzador en su intervención, ya que es por encima de todo una pieza netamente instrumental en su concepción.
“Solución a un viejo problema” es el tema de estructura más asequible y representa una fusión del rock ralentizado con elementos lejanamente andaluces. A veces, los instrumentistas mantienen su tendencia a perderse en divagaciones que poco aportan al tema. Los cerca de once minutos del cuarto tema pesan en algunos momentos como el plomo. Lo mismo ocurre con “Pasa un día”, largo y especulativo. Uno de esas piezas difíciles de seguir para el oyente con una mezcla de toques y estilos de lo más dispar en los que uno acaba agradeciendo que la aguja del tocadiscos llegue al final de la cara, a pesar del vibrante remate instrumental del tema.
Al margen de lo estrictamente musical, hay que comentar ese subtítulo de “sonido andaluz” que aparece en la portada, cuando en realidad de andaluz el disco tiene más bien poco, pero es que en ese momento el rock andaluz se vendía muy bien y no era cosa de dejar de engatusar con esa etiqueta al potencial comprador.