Para continuar con la senda de originalidad que acompañaba al título de los discos, vuelven a la carga dos años después con «Marta & Marilia» (EMI-Odeón, 2000).
Parece que esta vez se vuelcan en su vertiente intimista y a un pop más amable, de agradable escucha si se deja puesto de fondo y no se le presta demasiada atención, con menor estridencia -no porque los otros sean ruidosos, sino porque no se abusa del cantar a dos voces que llegaba incluso a ser molesto-… incluso en «Sin confesarlo todo» se acercan al indie de toda la vida, con ritmo, con energía, con una bonita interpretación, con un estribillo pegadizo en el que no se ven los detalles de la típica producción comercial española.
Pues bien. Justo cuando mejor estábamos vuelven a los duetos aburridos, y encima con mayor contenido contenido social aún más aburrido. Ni una sóla canción ofrece algo distinto, algún matiz personal: sólo las dichosas voces solapadas a toda costa, vengan a cuento o no. Un, a estas alturas, error más que evidente, ya que precisamente cuando más o menos funcionan es en «Calor que dar», con segundas voces como recurso y apoyo, no como base de la interpretación.
Un ligero eco en la voz en «Más hotel» que llama la atención, siendo la más beatle del lote y con una ligera psicodelia. Un saborcillo español agradable en «Infinito», con esa percusión y guitarra españolas (no obstante Marta había participado en el disco homenaje a De la Rosa). Demasiado poco bagaje para conformar, sin duda, el peor disco de Ella Baila Sola. Un disco que ofrece muy muy poquito y que ya si que supone un importante descenso en ventas, que es lo que a un grupo de estas características su sello le había ido exigiendo.