Sin la brillantez de su primer LP, éste segundo es, no obstante, uno de los mejores discos de folk de autor que ha dado la música española. Nunca una cantante y compositora española estuvo tan cerca de echarle un pulso en su propio terreno a Joan Baez o Judy Collins. Melodías populares, arreglos en los que destaca el uso de las guitarras, la percusión autóctona y los detalles de oboe, flauta y flauta de pico, en algún caso acompañados de clave o piano. Eso, junto a la aguda voz, levemente quejumbrosa de María Ostiz, constituye el decorado sonoro de este disco. Un long play que, por cierto, es conocido por los coleccionistas como “El Árbol”, el título de su primera canción, para distinguirlo de otro álbum precedente de igual título. Y es que el hecho de que dos LP consecutivos lleven el mismo título -simplemente el nombre de la cantautora- hacen un tanto farragosa la clasificación de su discografía.
Metiéndonos ya en harina vinílica, encontramos temas un tanto desiguales, aunque casi todos acuñados en el troquel de la balada nostálgica y brumosa. De entre esos temas, hay que destacar “Aleluya del silencio”, una canción grande de arreglos recargados y aires monacales con una melodía a la medida de la voz bien educada de María. La sombra de las grandes cantantes folk norteamericanas planean sobre este tema, uno de los más trabajados del disco. En la misma línea, podemos destacar la ya citada “El árbol” y la ternura de “Canción en la noche”, un alarde de canto quedo lleno de matices al alcance de muy pocas voces.
Dentro de la línea folclórica más vibrante nos encontramos con el aire asturiano de “Tres letrillas”, en el que María viene a demostrar dos cosas: la diversidad del folk español y la posibilidad de adaptar los viejos aires campesinos peninsulares a la música de autor del siglo XX. Por el mismo camino transita “El caserío” con un cierto aire de aria operística en la que el txistu nos sitúa desde el principio en los neblinosos campos de Euskadi.
Dejamos para el final los dos temas que ya habían sido editados en single: “Mi amiga Catalina” y “Cantarcillos”, ambas entre lo mejor y más pegadizo de este álbum.