Disco de lo más americano con un tema que mama del soul y la música disco norteamericana. Una canción funky que demuestra una de las grandes cualidades de Tony Ronald a lo largo de toda su carrera: su oído fino para saber qué música estaba empezando a triunfar en cada rincón del mundo y fagocitarla rápidamente.
En la cara B una ralentizada versión de un tema del inmortal rocker Buddy Holly, que el cantante trae a su terreno para convertirla casi en una oración religiosa cargada de sentimiento.