A Macho hay que englobarlos en la categoría de grupos a los que hay que tomar más en serio de lo que en realidad aparentan. Ya que si nos quedamos sólo con esa fachada de gamberrismo, ganas de pasárselo bien y la tan manida frase de sexo, drogas y rock’n’roll –que también hay no nos engañemos- nos perderemos unos temas urgentes, directos y sin ambages donde no dejan precisamente amigos.
En sus letras no dejan títere con cabeza ya sea al político de turno como en «Ministro español» («Te he visto correr en coche oficial / Te he visto correr para besar al rey / Te he visto correr por el litoral«), el turismo desaforado de «Benidorm» («En las camas hay chinches, solo hablan inglés / Ni un gramo de harina que no huela a aftersun«) y ese retrato de la burguesía catalana que es «La balada de Miles«. Su música transita entre el rock’n’roll de toda la vida, el garage y el blues con un catálogo de influencias considerablemente grande que pasa desde lo más cercano como Los Coyotes o Los Negativos, pasando por los más clásicos como The Stooges o The Rolling Stones, la psicodelia norteamericana de los 60 y el blues del gran Bo Diddley o el polifacético Billy Childish al que homenajean con la canción «Je veux être comme toi (Billy Childish)«.
La originalidad no es algo que busque Macho sino llegar hasta el más recóndito lugar de las entrañas del oyente con temas viscerales y primitivos para que pueda desinhibirse a gusto. Los temas más destacados son los ya mencionados «Ministro español» y «Benidorm«, dos trallazos enérgicos que harán sudar al más mojigato en cualquier pista de baile, y que junto a «Amor descoordinado» y, su contrapuesta, la bluesera «Yo te di mi amor«, todo un grito desgarrador ante el espejo del desamor, conforman lo mejor del lote. En el resto del álbum nos encontramos con ese ajuste de cuentas que es «R.A.T.A.», el fetichismo travestista y masoquista de «Dame, dame» y, cerrando, la psicodélica y alucinógena «Lucas«. Lo dicho «sexo, drogas y rock’n’roll«.