Un par de años después de su disolución de Los Modelos, Paco Martín, capo del sello independiente MR cuya primera referencia habían sido Pistones (y que más tarde fue devorado por Ariola) decidió hacer justicia con un grupo al que la desidia y la mala suerte había acompañado en su brevísima historia de apenas un año. Si ya Paco Martín había incluido una canción del grupo en el disco titulado «Maquetas» (MR, 1983) donde se recuperaban canciones en este formato de grupos como Los Elegantes o Mamá, la iniciativa al publicar «Los Modelos» (MR-Ariola, 1983) era la de que esos temas no se perdiesen para siempre.
No hubo reunión del grupo, remasterización (de hecho masterización como tal, porque eran simples maquetas), ni floritura alguna. Las dos maquetas del grupo en crudo, una tras otra con la propia diferencia de sonido apreciable en ellas y con la propia evolución en sonido de la banda.
Los Modelos eran un grupo que si bien podía enmarcarse en la misma línea que Mamá por sus historias de amor y desamor adolescente, por su pegada melódica heredera de la new wave y por unos arreglos inocentes pero trabajados. Pero también se distinguían por una personalidad ineludible y por unos textos de Ramón Garrido con un punto derrotista (de hecho una de sus composiciones se llama “El perdedor”).
La primera cara de este mini-LP, las de la primera maqueta formada por “Tenemos que hablarlo otra vez”, “Está bien” y “El perdedor” hacen gala de un sonido muy deficiente y de una instrumentación menos trabajada que las otras tres canciones. El disco se abre con la mejor de las tres “Tenemos que hablarlo otra vez”. Una tonada con aires a Nick Lowe o incluso a Big Star acompañan un texto lleno de detalles impresionistas, sensaciones y flashes de momentos nocturnos (las gotas de lluvia, una pareja borracha pasando por allí) para la petición de una segunda vez. Una auténtica preciosidad en forma de medio tiempo que iguala y supera a las mejores composiciones de Los Secretos o Nacha Pop, por poner ejemplos de grupos con los que podría tener relación la banda.
La segunda maqueta estaba grabada en mejores condiciones y eso influye en un sonido mucho más cuidado. También el grupo había mejorado de manera sensible en el aspecto técnico, con una querencia casi ramoniana en la vibrante, sensacional “Gafas negras”. Unos punteos quizá no muy originales pero sí ajustados y apasionados, y una letra que transmite toda una sencilla historia de decepción sobre un antihéroe frágil bajo su aspecto de dureza que oculta sus miedos tras unas gafas de sol. Ramón canta con tanta energía que es imposible quedarse al margen.
Pero, sobre todo, esta pieza de culto que es este breve disco es recordado por una de las canciones más bonitas que dio el pop español durante los años 80, “Noche de lluvia en Madrid”. Casilda toma el protagonismo y nos conduce por la madrugada madrileña, mágica, iluminada con neones, llena de recuerdos reales o soñados, deambulando por la ciudad que ya no es gris sino llena de claroscuros pero extrañamente acogedora y protectora de esa fina lluvia que cala no sólo los cuerpos sino los espíritus. Una noche como las demás pero tan única que nunca podremos olvidarla. Un tema maleable que ha conocido excelentes versiones como las de Clyde o la de Pulsar, pero en las que faltaba un puntito, la voz de Casilda que cala tanto como la propia lluvia.
Twins reeditaría el disco en el año 1985 sin ningún tipo de añadido.
No es de extrañar que el disco sea una pieza codiciadísima en las tiendas de segunda mano o en ebay. Todo lo tocante al grupo fue irregular, prometedor y fracasado, y en cambio su legado ha sido rico y reconocido en bandas como Los Fresones Rebeldes o unos de sus grandes herederos, otros ilustres perdedores como fueron Los Suspensos.
Tras la experiencia de Casilda y Guillermo en Estación Victoria poco más se puede añadir, quizá la nota rosa de que ella es compañera sentimental de otro ilustre de los 80 como es Fernando Márquez, El Zurdo.
Pero sobre todo que estas líneas sean una invitación para adentrarse en la música de una banda con tan mala suerte como buenas canciones. Si La Movida se nos vende desde la oficialidad como la época de grandes triunfos, no está de más enterarse de quienes fueron los que fueron maldecidos con quedarse al margen.