Segundo LP de La Costa Brava, editado apenas seis meses después de su debut. Según las declaraciones del propio grupo es el resultado de cuatro días en el estudio que en principio estaban destinados a la grabación de un single. La efervescencia creativa en la que vivían desde que decidieron unir sus destinos, seguramente producto de las buenas vibraciones personales, hizo que se les fuera de las manos y acabaran grabando nueve temas.
Tras una primera toma de contacto, el productor Paco Loco consigue empaquetar todas las canciones de este segundo álbum de una forma más coherente, manteniendo, eso sí, las señas de identidad de los dos compositores del grupo que en este momento todavía se encuentran uno en Boston y otro en California.
Como poco se nota que ya hay alguien a las baquetas y eso, que no parece gran cosa, junto con el acertado barniz de la producción, da bastante más empaque al conjunto del disco y en especial a canciones como “Mujeres y días” o “Quinceañeros”, que siendo levemente marcianas abrazan con alegría un poco de psicodelia y demás filigranas.
Con todo, el disco queda escaso y a pesar de que hay otras tres después, “Perruca campeón” deja la sensación de ser la última canción. Los tres últimos cortes vuelven parecer abocetados e inconclusos, dejando en el aire la duda de qué canción podrían haber llegado a ser de haber tenido el tiempo de convertirse en una.
Lo mejor de este segundo intento es sin duda encontrar a un Sergio Algora pletóricamente creativo y vitalista como el de antaño y confirmar que Fran Fernández es capaz de hacer algo totalmente diferente a lo que venía haciendo con Australian Blonde, un pop intimista de calidad y en castellano. Algo que estaría bien que diera qué pensar a tantos y tantos grupos y solistas que se empeñan en no utilizar la lengua en la que naturalmente mejor saben expresarse y la que mejor entiende la mayor parte de su público.