Después del exitoso lanzamiento de sus primeros singles y del inicio de su aventura internacional, el objetivo claro que quería conseguir Alain Milhaud era elaborar un producto global exportable y con la suficiente calidad para poder abrirles las puertas que hasta esos momentos habían tenido cerradas a cal y canto los grupos españoles y casi del resto del mundo en el resto de Europa. La mayoría de los temas grabados para la ocasión fueron sacados de la lista que Ivor Raymonde había traído desde Londres, pero también se incluyeron otras canciones compuestas por el incombustible Manolo Díaz como “Baby, believe me” que en España fue más conocido como “La moto”, o “Stop that girl”, que no era más que la versión en inglés de “La parada del autobús”. Todos los temas fueron grabados en las sesiones londinenses en los estudios de la Decca, de las que saldría casi todo el material publicado por Los Bravos hasta bien entrado 1967. Para darle un carácter más internacional no se incluyó ningún tema cantado en castellano, algo que seguramente agradeció Mike Kennedy, que era muy reticente a cantar en este idioma ya que no lo dominaba y se sentía más seguro con el inglés. También decir que tampoco puso mucho de su parte para aprenderlo y es que era bastante rebelde; como muestra es el detalle de la portada que la censura franquista pasó por alto, seguramente por desconocimiento general de los signos anglosajones, ya que se ve claramente a Mike mandándonos a freír espárragos, dicho finamente. Y eso que la portada no era un capricho, tanto Columbia como Milhaud querían mostrar al país cómo Los Bravos habían conseguido triunfar más allá de los Pirineos con una sola imagen.
Todo esto está muy bien pero al fin y al cabo esto es música y por mucha parafernalia que quieras poner, para llegar al oyente hacen falta canciones, buenas canciones, y este “Los Bravos” (Columbia, 1966) es un disco repleto de ellas. Temas de sonidos beat con grandes melodías, estribillos pegadizos y unos magníficos arreglos. Porque este disco es mucho más que la celebérrima “Black is black”, que ya de por si justificaría toda la carrera de un solo grupo; ya desde el inicio del álbum el grupo consigue arrollar con “Trapped”, que junto con “Baby, baby” forman una tripleta ganadora. La mayoría de la canciones hablan sobre la juventud, la rebeldía propia de esa edad y ese amor juvenil que parece que todo lo puede y que nunca parece que va a acabar, temas que les harían triunfar como “Will you always love me” o la desgarradora “Two kinds of love”.
A pesar de que la influencia británica es obvia, sus sonidos los delatan y que la mayoría de compositores fuesen de las islas también ayudó bastante, las canciones compuestas para la ocasión por Manolo Díaz “Make it easy for me” y “You won’t get far” no desentonan lo más mínimo del resto del conjunto. Además la música británica no fue la única inspiración para el disco, ya que podemos encontrar vestigios de la música estadounidense en algunos temas, como el sonido Motown en “She believes in me” o en “I’m cuttin’ out” donde podemos encontrar rastros del Elvis más salvaje.