Doce años después de «Koniec» (Sinnamon, 2004) Chucho vuelven a grabar material nuevo. En el medio tenemos los discos en solitario de Fernando Alfaro y una reunión en 2013 para realizar una serie de conciertos.
Las canciones llevaban demasiado tiempo paradas y había llegado el momento de darles luz, para ello se acercan al Puerto de Santa María (Cádiz) para grabar un nuevo trabajo con Paco Loco. El título del disco nos remite a la canción «La luna aplastada«, incluida en «Saint-Malo» (I*M / Intromúsica, 2015)… «Para este disco queríamos nuevas aventuras, por lo que descartamos canciones de una época anterior que habíamos publicado en demos y que en un principio pensamos rescatar. Decidimos incluir canciones más recientes para que tuvieran ese punto de algo totalmente nuevo. Todo esto hace referencia a lo que dice esa canción, a los años que han pasado desde entonces hasta ahora, como una distancia sideral que se recorre en un momento, como la luz de las estrellas también» comentaba Alfaro en una entrevista en Notodo.com.
Realmente es como si nunca se hubiesen ido, en cierto sentido es una vuelta rara, ya que Fernando ha continuado entregando trabajos a buen ritmo y nunca ha desaparecido de la escena. Lo que aquí nos encontramos es un gran disco, para nada nostálgico de un pasado brillante. Un disco enérgico en el que a veces las canciones se envenenan -«Flores sobre el estiércol«, «Nadie es inocente«- y otras veces se iluminan -«Esto es un error«-.
A próposito de «Flores sobre el estiércol» tenemos que decir que es un corte que nos remite a lugares comunes, que podría formar perfectamente de «Tejido de Felicidad» (Chewaca, 1999). Un tema sobre el amor y el desamor, sobre la tensión y la redención… «Ojalá fuera yo para ti el único«.
Un disco de luces y sombras. Hay oscuridad, pero también mucha luz, como la que traen medios tiempos pop como «Cosas hermosas» o la suave «Desidia«. También hay momentos para una nostalgia infinita, como la que llega con «Las chicas del calendario«, y para dejar claro que pocos artistas son capaces de crear letras tan personales y certeras como la de «Banderas negras» -“de victoria en victoria, hasta la hostia final”-.