Segundo intento de Laredo para CBS con una ampulosa balada con nombre de mujer y voces casi eclesiásticas muy bien afinadas. Una nutrida orquesta contribuye a base de violines y cellos a prestar una grandiosidad que tampoco caló en el público.
Otra canción de amor en la línea de lo que un par de años antes hacían, por ejemplo, Cuerpos y Almas. El sello grandilocuente de la producción de Óscar Gómez se nota. No es de extrañar que éste sea el single menos conocido del grupo y que en su momento pasase del todo desapercibido.