Las Mentiras del Viento

Las Mentiras del Viento

Todo en la vida tiene dos caras, y por donde ganaste estás al mismo tiempo perdiendo otras cosas futuras o pasadas que no puedes tener tan presentes. Tras el colocón de “Sangre Española” (Epic, 1992) Manolo se puso manos a la obra con más pasión que cabeza. Dar con el cayado en la roca y que de pronto brote agua es una sensación irrepetible… pero tras la euforia viene la gran pregunta: ¿Cuando vuelva a darle volveré a recibir tanto entusiasmo? Quizá algún mercenario le hubiese recomendado al padre de la criatura que hubiese hecho algo a la medida del hijo predilecto, algo que repitiese los mismos hallazgos y que tocase las fibras sensibles del respetable; ésta es una encrucijada muy reiterada en el mundo de los creadores.

En el caso de Tena, aunque juegue a despistar en el libreto diciendo que ha colaborado con la mayoría de los músicos de su anterior largo, es evidente que en este tercer round siguió investigando más que hacer un refrito del anterior. Esto lo vemos en las proyecciones musicales donde flirtea con estilos que antes nunca había hollado, en las letras más heridas y menos medidas, en su diversa interpretación vocal que aloja timbres perfectamente ajustados a las intenciones que está buscando y, como no, en su perfeccionismo, que le llevó a repetir la masterización hasta tres veces, adoptando una implicación en su producción que corrobora que si hay un disco más tenaz que los otros es éste.

Si pudiésemos abarcar el viraje dado en “Las Mentiras del Viento” (Epic, 1995) en un par de palabras hablaramíos de experimentación y profundidad, más imperfecto, más áspero, más errático. Manolo se viste con otros sonidos y ministerios musicales, modula su voz alienando a estados emocionales, salpica el disco de citas literarias, pisa contra el suelo en letras que recuperan un porcentaje de densidad en detrimento de ese omnisciente global que tanta comunión le dio en su disco anterior y sobre todo no ahorra en una cierta pulsión contra esa imagen formada de su nueva faceta que debemos entender que no era la suya.

Un homenaje a alguién debería ser lo que aquí se nos ofrece en el corte uno: “A tu lado” es una canción creada para la memoria de ese otro, en este caso Antonio Flores que había fallecido trágicamente en mayo de ese año. Con rugosidad y ecos de distorsión, Manolo regala un espacio de reflexión y amerizaje para una de las pérdidas más lamentadas del rock íbero. Hay desesperación, cargas de guitarras eléctricas y mucha insistencia en ese dilema que llevó al pequeño de los Flores a fundirse con los astros. Exacta y emotiva.

Le abraza con tonos de consuelo “Pensándote”, una revisitación delicada y a flor de piel del despecho, de la ausencia. Se fuerza la interpretación, a ratos se vuelve ensimismada y derrotista y va pululando implorante a ese reintegro de que las cosas vuelvan a ser como antes. Un viaje desnudo y naúfrago por los territorios de las pérdidas donde pensarte es un puente de lágrimas hacia tu faro.

El bolerazo de “Bolero’s way” somete in crescendo toda esa rabia, toda esa desesperada necesidad del otro, ataviado de un molde temperamental. La voz de Tena parece madera quemándose lentamente en una pira de desencuentros y preguntas enfermas, hay humores brasileiros y una insistencia dulce al principio de la instrumentación que va endureciéndose poco a poco. Digno guiño lírico a aquellos trovadores del amor cortés como José Alfredo Jiménez, Manzanero y tantos otros.

Algo cortante entra “La ciudad de nunca jamás”, una especie de medio tiempo adicitivo que evoca las correrías y primitivos crímenes de esas edades tan complicadas en la adolescencia. ¿Se trata del Peter Pan de Matthew Barrie y la despedida de la infancia o quizás la Alicia de Carroll y su identidad al otro lado del espejo? Con una instrumentación tosca va construyéndose una pequeña fábula que sin parecerlo araña al óleo todas esas dudas, esos callejones húmedos e imprevisibles, una canción que habría que retomar.

Manolo se baña en ritmos añejos del caribe con éste “En el rompeolas”, una frívola fábula sobre el establishment social que poco a poco vamos percibiendo como más incisiva. La desorientación de las personalidades fundamentadas en sus propias experiencias y valores siempre choca con la teatralidad de ciertos grupos apoyados en la superficialidad y en su mediocridad endogámica; así, observamos desde el rompeolas todos sus quehaceres estúpidos mientras buscamos paralelos de miradas parecidas a las nuestras. Otro tema clavado y que se disfruta desde el primer momento.

En cambio “Por tu amor”, a pesar de su ampulosidad musical y sus tiernos acordes, tropieza con su reiteración y, por qué no decirlo, con una pobreza lírica muy impropia de su artífice. Puede que para Tena éste sea un tema puntero pero lo cierto es que acaba cansando y no acaba de encajar con su estilo, de hecho le hubiera sacado más provecho prestándoselo a un cantante romántico.

El blues raído y vulnerable de “El único habitante de la luna” vuelve a retrotraer las buenas vibraciones de las cinco primeras y nos enclava en ese sentido experimental del disco. Tena derrocha nostalgia y un cierto clasicismo en la instrumentación en otra de las rara avis del disco que pasó sin pena ni gloria, pero que años después se recuperó para la B.S.O. de la película “Próxima” (2007) de Carlos Atanes. Es quebradiza, inconstante, a veces gira sobre si misma pero te captura, te eleva.

Todo contraste con la melancolía anterior, “Una canción para ti” nos devuelve el tándem alarmero coqueteando con las programaciones y con un rollo Peter Gabriel muy frenético, simplemente entusiasta, feroz. La electricidad y los golpes de latidos van filtrándose, la guitarra es soberbia, chulesca. Todo va desintegrándose: las imprecaciones, la desesperación y la atiborrada cortina melódica dejando poco a poco desnuda esa programación de batería que evoca a la obsesión humana.

Manolo siempre ha celebrado por encima de su popularidad y recepción este vals de “Las mentiras del viento” y sin duda es su viaje más exótico. Lógicamente las personas que se quedaron con Tena por aquello de la moto estropeada y el fuego en la piel no podían disfrutar de estas exquisiteces. Este tema permanece como lo que fue, un tema preciosista y etéreo acerca del paso del tiempo y la reiteración de vanidades y papeles contrapuestos en el escenario cruel y devastador de la vida. Quizá nunca su autor alcance cimas metafóricas más ajustadas al carrusel de la realidad.

La secuencia se cierra con “Todo el mundo quiere”, un canto vitalista y desenfadado sobre la parcialidad humana, de nuevo son caribe muy bailable, aunque a veces resulten algo artificiosos los arreglos. Aparece como un bocado dulce antes de la despedida, destaca el trabajo del saxo, simplemente genial.

Como ya decíamos al principio éste es el disco más tenaz de Manolo Tena. Aquellos que quedaron embelesados de la eficiencia de “Sangre Española” se contrariaron por este salto al vacío, sin letras encajadas, ni ritmos redondos, ni interpretaciones sentidas. Aquí su autor juega a profundizar un poco más y debido a eso sus estados covarían con sus intenciones convirtiendo a éste en un trabajo más sufrido que bendecido, más herido que testimonial. Un álbum que chocó contra tópicos y listas de éxitos y que su propio creador mira con un cierto distanciamiento, como si fuera su hijo pródigo. Los siguientes pasos nos confirmarían que la senda abierta era la correcta sólo que no era el momento adecuado ni para el emisor ni para sus receptores. Una obra adelantada a todos y que bullía el Tena más abierto, más liberado de todo, incluido de si mismo.

Grupo:

Nacido en 1951 en Benquerencia de la...

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Tracklist:

CD 1

  1. A tu lado
  2. Pensándote
  3. Bolero s way
  4. En la ciudad de nunca jamás
  5. En el rompeolas
  6. Por tu amor
  7. El ñnico habitante de la luna
  8. Una canción para ti
  9. Las mentiras del viento
  10. Todo el mundo quiere

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