Federico Cabo había sido el gran vencedor del VII Festival de Benidorm con “Tu loca juventud”. Siete años más deberían pasar para que se subiese de nuevo a ese escenario para defender “Las enamoradas”, una pachanguita compuesta por Andrés do Barro de indudable atractivo comercial. Ese atractivo reside en un estribillo pegadizo de fuerte componente rítmico que se repite hasta la saciedad: “Las enamoradas no deben llorar, la vida en un momento el amor puede cambiar”. Nada del otro mundo, pero apta para un refresco estival. El tema fue realmente el ganador moral de aquella edición; sin embargo, no pasó del tercer puesto y el premio de la crítica. Luego, en el mercado, tuvo un comportamiento aceptable, si bien el tirón de ventas que suponía ese festival ya empezaba a declinar.
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