Para su segundo largo cuentan con Alberto Torrado –Siniestro Total, Os Resentidos– que se encarga de la producción. La banda mantiene los esquemas de su trabajo anterior –rock rural y sarcástico- pero su sonido gana limpieza y elaboración.
Abre “O galo vermello” con las colaboraciones de Antón Reixa y Xurxo Souto (Os Diplomáticos de Monte-Alto) que prestan sus voces a este corte con ritmos de ska y de pasodoble bravú. En “Oh Hanna” se atreven con el reggae para sorprender con la utilización del castellano en ese delirio sobre muñecas embarazas que es “Mi barbie y yo”. En “Los domingos” y “Que aburrido es querer ser torero” repiten con la lengua de Cervantes.
El nivel de las canciones decae descaradamente hasta que los tintes blues de “Pataca’s blus” -en la grabación del corte participa Juan, el primer guitarrista de la banda- y “Mary Castañas Blues” consiguen subir la media.
Los tintes surrealistas y costumbristas llegan con “Merda nunha zoca” y “Goodbye, Carolina” -“Don’t cry, Carolina / Please: don’t cry / Don’t partas my soul”-. La conexión con Siniestro se amplía con la participación de Javier Soto en esta última como guitarra solista.
También tienen tiempo para acordarse de Uri Geller y su habilidad para doblar cucharas en “Uri Geler”. Para el cierre, Tico adopta el papel de crooner en “Midnight pensión”, un corte que trae consigo aires swing efectivos.