“Las penas del corazón no se las lleva el viento”
El primer largo de La Rosa es un trabajo autoproducido en el que suplen la baja de Joel Bayolo con una batería programada. El resultado es más que satisfactorio, desarrollan un sonido limpio y sencillo supliendo carencias a base de entrega y sentimiento. Si uno analiza las letras con detenimiento –sin duda son su punto fuerte- puede comprobar que transmiten una sensación de desolación controlada, o mejor, de nostalgia solitaria. Un imaginario emocionante en el que nos encontramos con corazones silenciosos, agujeros negros que flotan en la oscuridad y penas grávidas que no son arrastradas por el viento.
Su vocación rhythm and blues queda patente en “La canción de Otis Redding”, cadencia sureña y una letra que habla de corazones cansados y manos en temblor continuo que ven como la lluvia rompe en mil pedazos el sol.
“Me agarraré a un clavo ardiendo / para poder seguir viviendo… no quisiera estar otra vez enamorado” canta Magín en “No es nada”, una canción sencilla con un sonido típicamente ochentero pero bien armado a base de brillantes arreglos de cuerda y unos coros que aparecen en el momento idóneo.
Si ya todo el disco tiene una elevada carga emocional, “Gotas de lluvia” consigue ir más allá generando una atmósfera enrarecida cargada de melancolía. A ello contribuye la capacidad de Magín para transmitir emociones oscuras tanto con su voz como con su puño y letra.
La temperatura sube al mismo ritmo que lo hace la velocidad de las cuerdas en “Desátame”. Los aires rockabilly llegan con “Yo estoy aquí” y la pausa con “Flores” y “Tejadito blues”, uno de los momentos más destacables del disco tanto a nivel instrumental como melódico.
También salió a la venta una edición del disco que incluía como regalo el single “Gotas de lluvia / Tejadito Blues” (EDIGAL, 1989).