En este su estreno con Roadrunner, Hamlet entregan un disco de sonido poco esperado a tenor de la evolución presentada en sus dos anteriores álbumes, y aun contando con que, a lo largo de su carrera, Hamlet han demostrado casi a cada disco su necesidad de estar en movimiento, de no sonar repetitivos sin perder su esencia propia. Más incluso, el álbum guarda algún detalle que resultará hasta sorprendente. Vayamos por partes.
El álbum lo coproduce Alberto Seara, que ya trabajara con ellos en «Syberia» (Locomotive, 2005) y que aparte ha trabajado con diversas bandas de metal del territorio, como por ejemplo Skunk D.F., banda de la que procede Alberto Marín, nuevo guitarrista de la banda tras la marcha de Pedro en 2008 y que aquí se nos presenta en estudio. La tarea de ambos es sobresaliente: Marín se integra perfectamente en el conjunto y es parte fundamental de ese sonido que mencionábamos y que Seara y Hamlet han sabido exprimir. ¿Y cómo es? Pues los aspectos melódicos pierden terreno en favor de una mayor contundencia, una gran labor técnica de largos desarrollos pero sin virtuosismos, todo directo. Sin duda la muestra más clara de ello la tenemos, por un lado, en Molly, que adopta un papel más agresivo que recuerda a tiempos pretéritos y, sin embargo, resuta distinto; y, por el otro, en la extremada velocidad de la batería.
De los detalles «sorprendentes» que mencionaba al principio, qué duda cabe de que el más llamativo es la presencia de un tema «No habrá final«, casi instrumental y no precisamente un pasaje corto para dividir el disco en partes. De hecho, es una de las cumbres del disco, en el que sobresalen también otros como la speedica «Escupe tu vanidad«, «La tentación» o la inicial «El hábil reino del desconcierto«, que nos muestran a un conjunto versátil y creativo.
Podrá parecer que la banda ha dado algún paso atrás, a su época nu-metalera, para recoger toda aquella agresividad y revisitarla, pero no es así: aquí Hamlet exploran más las posibilidades del sonido metal sin caer en discursos recurrentes. De nuevo, Hamlet como punta de lanza.