Dolores afronta tras recorrer un año como grupo de directo, la grabación de “La Puerta Abierta” (Polydor, 1977). El disco fue grabado en mayo, en los estudios Fonogram, de Madrid y aparece dedicado a Carlos de la Iglesia, coproductor del anterior álbum, que falleció en el mismo accidente que la cantante Cecilia.
Este LP aparecerá firmado con la curiosa fórmula artística de “Pedro Ruy-Blas / Dolores” y en él hay temas firmados por el propio Pedro, sí; pero también aparecen composiciones de otros dos miembros del grupo: Jorge Pardo y de César Berti.
En general, el disco se distingue del anterior en la profusión de percusiones latinas a cargo de El Cheveré y de César Berti. También se nota la preponderancia creciente de los saxos de Jorge Pardo en el grupo. El grupo sigue afincado en el jazz rock con raíces flamencas y étnicas. Ha ganado respecto al anterior en LP en contundencia y ha perdido en fantasía y atrevimiento. La voz onomatopéyica de Pedro ha perdido el factor sorpresa y cede en alguna ocasión el protagonismo a la canción con letra como en el vibrante tema que abre el disco: “La suave luz”, en la onda de Al di Meola, cuando el guitarrista californiano se ponía en plan latino.
“Los diez hermanos” es una orgía rítmica con papeles de protagonista para la batería y la percusión que sirven de árido camino para el deambular de saxo y guitarra eléctrica que practican el virtuosismo sin rumbo fijo, que tan poco suele gustarme.
“Eva” transmite un aire melancólico transmitido por el saxo tenor de Jorge y el piano de Jean Luc. Es el tema que más se acerca al jazz clásico. Diferente totalmente, pero ciertamente familiar con el anterior resulta el tema que da título a todo el disco, aunque por duración y estructura adquiere un desarrollo mucho mayor y efectúa concesiones a la experimentación sonora. En ambos Jorge Pardo se erige en protagonista absoluto, aunque en el segundo huye del clasicismo para entregarse a un fantasioso diálogo con la voz de Pedro.en su registro más plañidero, que aparece filtrada hasta lo irreconocible. Al final le sobra algún minuto de devaneo sonoro.
“Smoilesbash” es un breve tema de ambiente brasileño. Aromas de esas mismas latitudes nos trae “La cometa”con una percusión orgiástica, una voz en funciones rítmicas y poquita carga melódica. “Recordando a un amigo” es un tema mejor estructurado que los anteriores que destila una cierta rabia contenida por la larga intervención del saxo tenor, respondido por un piano con lejanas reminiscencias andaluzas.
Cierra el disco la excesivamente extensa “Membrillo”. Otra pieza que mezcla ritmos brasileños de bossa y batucada con buenas improvisaciones de flauta, guitarra y notable percusión. Una especie de fin de fiesta tropical que desengrasa bastante un LP con piezas caracterizadas por su densidad.
Estaríamos hablando de un buen disco, de no estar totalmente oscurecido previamente por “Dolores” (Polydor, 1976), bastante más original y atrevido que éste.