Otro de los sencillos que Adriángela puso en circulación en 1965 viene formado por una cara A de origen italiano: «La mitad de la mitad«, una buena balada romántica que se escucha con agrado gracias a la estupenda prestación vocal de la valenciana, que desgrana la melodía con fuerza y gusto. Más floja resulta la cara B, una balada ladrilla de la pareja Guijarro y Algueró, que componían canciones como churros, casi siempre en el peor sentido de la palabra churro. Suena irremediablemente trasnochada, incluso viajando en el tiempo hasta esa lejana fecha.