Dos temas arquetípicos del rock con ribetes progresivos ocupan las dos caras de este sencillo. Una larga introducción de guitarra de casi un minuto de duración basado en un riff da la entrada a la voz aguda y gritona del cantante. El puente viene ocupado por un diálogo guitarrístico de lo más tópico. Después vuelta al vocalista para que cante la segunda estrofa, otra pasada del primer riff de guitarra y se acabó el asunto. Es decir, una estructura más propia de directos que de discos. La letra vuelve a arengarnos sobre la deshumanización que supone la era postindustrial en que vivimos.
La cara B nos plantea un tema de estructura similar, algo más pausado cantado como un diálogo entre las voces de Leonel y José Antonio, autor del tema. La guitarra rítmica distorsionada marca el acompañamiento y, por supuesto, no falta el solo de guitarra con los dedos galopando por los trastes más cercanos al puente.
Dos temas, como dije al principio del comentario, no especialmente destacables, pero que definen un estilo practicado hasta la saciedad por las bandas madrileñas de la segunda mitad de los 70.