Migala, siguiendo el camino empezado en su anterior disco, “Restos de un Incendio” (Acuarela, 2002), en el que la energía se imponía a la nostalgia (sin dejarla de lado), tienen en “La Increíble Aventura” (Acuarela, 2004) su mejor disco. Más cercanos a ese post-rock al que se refería la revista Wire cuando hablaba de Bark Psychosis que a la fantochada en la que se había convertido el “movimiento” gracias al aburrimiento que ya mostraban (y provocaban) Mogwai y compañía por aquella época, el último disco de los madrileños, que incluían a Nacho Vegas como parte del grupo y tenía a Paco Loco en la producción, es un acierto detrás de otro.
Las influencias, con las que siembre habían sido muy explícitos, se dejan ver, pero aquí el grupo suena a Migala y sólo a Migala. Sí, hay krautrock en la fantástica “El tigre que hay en ti” y en “Sonnenwende” (esta última con un efectivo toque flamenco, que ellos mismos subrayaban tocando las palmas en directo); hay mucho de Bill Callahan en “You star, strangled”, pero aquí la atención está puesta en lo que ellos y nadie más hacen. Muestra de ello son las extraordinarias instrumentaciones de “www (searching for the Wicked Witch of the West)” y en la final “Lecciones de vuelo con Mathias Rust”.
Finalmente, en “La Increíble Aventura”, la obsesión de Migala con el cine va más allá de sus habituales referencias a películas, aquí en forma de samples de “La Guerra de las Galaxias” (George Lucas, 1978) y “El Mago de Oz” (Victor Fleming, 1939), ya que el disco incluía un DVD en el que Nacho García Piedra ponía imágenes a cada una de las canciones, según el grupo tan importantes como el propio disco.
Migala con su último disco consiguen una obra redonda. Y lo hacen sin renunciar a todo lo que habían sido a través de los años, sino llevándolo más allá.