Librado Pastor, el organista del grupo, siempre dispuesto a lucirse introduciendo morcillas musicales, abre el disco con un brevísimo apunte del popular “Good King Wenceslas”. El resto es un slow pretencioso que va muy bien a la voz de Santiago; un mal remedo de, por ejemplo, el muy edulcorado y recargado pop de The Walker Brothers.
Para la cara B se usa de nuevo “El saltamontes” , ya publicado dos años antes en una nueva versión que pierde algo de la fuerza salvaje de la grabación anterior.