Villancicos de toda la vida para cantar a la Navidad del 66 en catalán. Encabeza la nómina la “Canción del tamborilero”, que tan buenos dividendos había dado a Raphael en años anteriores. “Navidades blancas”, “Noche de paz” y “Jingle bells” hacen el resto.
La interpretación de Franciska es correcta y cargada de oficio. El acompañamiento abunda en instrumentos de percusión, flauta y, en general, toda la impedimenta musical navideña más tópica.
No dejen pasar de largo la foto del pastorcillo de la portada. A un careto peculiar, une unas poco navideñas chanclas, una camisa de cuadros, un pantalón de deporte (tal vez unos calzoncillos) celestes, un tambor rojigualda y un gorro entre frigio y extraterrestre. Como para que el buey y la mula escapasen por patas según se acercase el chaval al portal.