El debut de Los Grimm cuenta con dos canciones espléndidas; particularmente, «La amistad» puede ser su mejor composición de ese período: una canción con matices folk y psicodélicos, mientras «Un día soñé» añade cadencias blues. Las historias tienen ese enfoque de cuento que les propuso su disquera y que les dota de ese carácter único, ensoñador y vital que les convierte en uno de los más originales grupos de la época.