Encarnita Polo cambia de nuevo de discográfica y de estilo. Con Odeón va a grabar un larga duración del que se extrae este sencillo. La carátula nos presenta una Encarnita Polo tristona y casi envejecida, en contraste con la minifaldera graciosa que salía retratada en las portadas tan solo dos o tres años antes. Parece que la cantante quería transmitir ahora un aire de madurez, que tenía bastante que ver con el contenido del disco. Abandonado el flamenco pop, la cantante intenta reciclarse como cantante ligera siempre de la mano del su por entonces inseparable Adolfo Waitzman.
“Joanna”, con reminiscencias brasileriras y con una horrible letra cargada de ripios, donde queda claro que la rima en «ana» hizo que el letrista se recorriera el diccionario. La canción resulta sosa de principio a fin, a pesar de una producción muy cuidada.
Por el otro lado, encontramos una “Canción de otoño”. Se trata de una balada que, aunque la escuchemos por primera vez, uno tiene la impresión de haberla oído infinidad de veces, pues tanto la letra como la música y los arreglos tiran de tópicos de este género de canciones seudorománticas.
En fin, un loable intento de cambiar de tesitura y estilo que aporta muy poco y es perfectamente prescindible dentro de la trayectoria de Encarnita.