“Máis vale ser que parecer”
Tras ocho años de trayectoria, Os Resentidos nos entregan su mejor trabajo. Tienen las cosas más claras que nunca, potencian sus virtudes y pulen sus defectos para completar uno de los mejores discos de los 90. Un disco redondo en el que tienen cabida todas sus fobias, sus manías, sus delirios, su política de hechos consumados y su filosofía del ataque por sorpresa y del contra todo, contra todos. A nivel musical, la fusión alcanza la cima, rap heterogéneo aderezado con altas dosis de absurdo, humor inteligente, pop, world music y folk. La Rockdelux elegiría “Jei” como el mejor disco nacional del 90.
En “Adrede” repasan la historia de su vida, aquellos días de vino y rosas en los que hacía un sol de carallo, su comienzo sin querer allá por octubre del 82 y su supervivencia resentida pero a propósito. Lo mejor del corte además del recuerdo al lado salvaje de Lou Reed, son esos coros afilados que nos recuerdan que “máis vele ser que parecer”.
Continúan con “Mari”, declaración de amor resentido, rabia saudita y alegría diesel que destaca por unos brillantes arreglos de viento y cuerda. Un pasaje sinuoso por los probadores de los grandes almacenes -foco muy importante de adulterio- y las clínicas dentales de bajo presupuesto, en el que Antón Reixa saca su lengua de faquir y nos deja perlas como “o teu amor non vale nada / senón vale para masticar”.
“Rockin’ chair” es uno de los mejores temas del álbum, un himno en toda regla, “Galicia I don’t fuck you because I love you / Galicia I don’t love you because I fuck you”, en el que el rap se acerca al pop electrónico y al folk, sobresalientes unos coros que hermanan el “Ai-la-le-lo” con el pop clásico para alcanzar un nuevo estatus.
El absurdo y los juegos de palabras llegan con “Nunca se sabe (avaría)”, sintetizadores y gaitas calculadas tejen un entramado electrónico más que efectivo. Para Juan Pablo II el hedonismo era un deseo pasajero, pero a Antón Reixa el deseo no se le acaba de pasar y así nos lo hace saber en “Tiqui taque”, y es que “menos mal que nos queda tiqui taque / tiqui taque sexual”.
Tras unos cortes más irregulares, “O belén da caixa” y “Cebra blues”, los bombos y las gaitas se funden con el son cubano y el rap en “O son da lingua”, elevando de nuevo el listón en este alegato lingüístico que defiende las víboras de lengua bífida. Como decían Los Enemigos, “me rió de aquel / castigo Babel”.
Su filosofía del ataque por sorpresa y del contra todo, contra todos, queda clara en “Manda carallo”, apuntando contra los políticos profesionales. El chiste, a costa del “Bring the noise” de Public Enemy.
El surrealismo, el canto popular y las gaitas asaltan “En porrás”, después, la intifada resentida desembarca en “Arafat” para bajar el telón con “Jei”, revisión delirante y anfetamínica del “Un canto a Galicia” de Julio Iglesias, con guiños que van desde el “Knockin’ on heaven’s door” de Bob Dylan derivando en el “Fun e peteiche na porta” a los Picapiedra.