El disco de debut de Sabina te puede provocar una reacción alérgica si no eres lo que se dice un militante de izquierdas, o si no se repara en el momento en que fue concebido.
La verdad es que de entrada no vemos esta tendencia con la canción que da título al disco, ni en "Tratado de impaciencia nº10", con orquestación pseudo big-bang, en la que Sabina cuenta una historia real de un aborto de relación por una cita que no tuvo lugar: "Así que no andes lamentando / lo que pudo pasar y no pasó / aquella noche que fallaste / tampoco fui a la cita yo". Como curiosidad Sabina declararía años más tarde que de su primer disco esta es la única canción que puede cantar sin vergüenza.
Ni siquiera en "Tango del quinielista", donde cuenta la historia de un penalti que fastidia una quiniela, tan desafortunada como el mismo tango que se antoja algo banal, continuando en su afán por tocar muchos palos en el mismo disco. Lo mismo sucede con "1968", donde lo intenta con la chanson francesa y aprovecha para narrar los acontecimientos convulsos de aquella época, empezando por su lapidaria frase “Aquel año mayo duró doce meses”.
"40 Orsett Terrace" ya nos empieza a trazar algunas pautas de lo que posteriormente sería Sabina, encontrando una forma de escribir letras que luego le daría buenos resultados: "Me levanto, bostezo, vivo, almuerzo / me lavo, silbo, invento, disimulo / salgo a la calle, fumo estoy contento / busco piso, hago gárgaras, calculo". Años más tarde todos reconocerían las famosas anáforas de Sabina, si bien estos versos no corresponden a ese recurso, si es cierto que la estructura repetitiva y con gancho ya se deja entrever en algún texto. Sigue una "Romance de la gentil dama y el rústico pastor", que nos hace ver que Sabina no ha entendido que para romances ya está el Cid.
Pero, a partir de ahí, las canciones del disco son claramente intentos de hacer canción protesta. La primera es "Donde dijeron digo decid Diego", en una clara alusión a los vetos y prohibiciones de la férrea educación del franquismo: "nos prohibieron las cosas más hermosas / ir al campo a robar brevas / bañarnos en verano con las mozas en la alberca". La canción vista en su contexto histórico tiene su aquel, claro que hoy día parece trasnochada. Cosas que pasan.
Sigue en una línea parecida "Canción para las manos de un soldado", y otra crítica a los años del franquismo con "Palabras como cuerpos". Cerrando el disco, para no romper con la tónica, nos encontramos con "Mi vecino de arriba", que critica a los que asintieron y aplaudieron la dictadura, a los que hoy día llamaríamos fachas.
Ciertamente, no es de extrañar que Sabina casi reniegue de este disco, aunque se entiende que se hizo en su momento con unas pretensiones muy distintas a los discos posteriores, la verdad es que el disco hoy día está completamente desfasado, suena rancio, a veces casi perroflautil; sin embargo, sí que nos podemos encontrar algún esbozo de lo que sería luego Sabina, casi de forma muy tímida el genio quería salir, pero hubo que esperar un poco.