Segunda entrega de los tinerfeños La Masacre, apenas un año después de su debut y en similares parámetros convencidos de autoedición.
En un disco que habla mucho de las capacidades de la banda para hacer sobre todo música inquietante, de la que raspa llegando a generar malestar en el oyente, la foto de portada con una herida de cesárea grapada (autoría del diseñador Maikel Lima) no hace sino incrementar la sensación de peligro respecto a lo que contiene el disco. Por eso un comienzo como el de «Esmalte rojo«, canción peleona de comienzo, sirve para colocar todo en su sitio desde principio, para aclarar la capacidad y las ganas de la banda por crispar.
Tienen maneras de rock sucio en la insinuante e intrigante «Cristal«. Guitarras chirriantes y la voz de Déborah como valores firmes en los que ir montando el sonido que persigue perfilar La Masacre. Dicen haberlo asentado algo más en esta segunda entrega con respecto a su anterior trabajo.
Intensidad oscura en «El grito» y chirriantes en «El suelo«, como si de unos Nirvana electrificantes.
La tormenta acaba con el feedback del tema que da título al disco, un trabajo que invita a pensar en las posibilidades del grupo.