Volcados del todo en estos africanismos que antes se sugerían y que no lo inundaban todo, el discurso de 21 Japonesas se vuelve mucho más vulgar y aburrido. De hecho, paradójicamente, diría que incluso suena menos original.
El disco comienza de manera estrepitosa con una canción, «Hombre de la selva» provista de un estribillo realmente exasperante y a años luz del material ofrecido en «Donde Ríen los Locos» (NOLA, 1989). En descargo he de decir que el final es de lo más interesante y tiene mucho que ver con cosas posteriores que han hecho muchísimos grupos como Ruby Suns o El Guincho.
Canción odiosa, en todo caso, da paso a un trabajo menos enérgico, más tántrico, ambiental y etéreo («Hacia otras tierras«), más instrumental («En una gota de agua«), que abre el abanico de sonidos aún más incluso hacia el jazz («Kurumbe«, de estribillo poco acertado, y la muy atinada «Osa Menor«), pero que no termina de despegar, y que incluso en ocasiones riza el rizo («Omaia«). Además, por primera vez se da lugar a baladas insulsas como «Nostalgia«.
Lo cierto es que, en la inevitable comparación con su predecesor, pierde en todo.