Tras levantar un gran revuelo con las canciones disponibles en su Myspace, la intensa llama de HATEM parecía apagarse paulatinamente ante la ausencia de una grabación. Por el camino, habían hecho oídos sordos a ofrecimientos de humildes iniciativas, seguramente creyendo que aspiraban a algo mejor. Finalmente, y sin que ello suponga algo peyorativo (no puede serlo con la fortísima inversión realizada y el grandioso resultado obtenido), deciden recurrir a la autoedición contando con el apoyo de Disonantes en el management y la producción. Se invierte un buen dinero en los Estudios Reno y se toma a Luca Petricca como productor para durante cuatro meses de producción (sí, cuatro, aunque con saltos), dar a luz este debut homónimo en el que si algo consiguen es sonar bien… ¡Porque hay que ver lo bien que suena el disco!
Ahora los peros. Pues que a pesar de encontrarnos ante un disco cuyas canciones son todas bellas, con un sonido de grupo grande inusitado en nuestra escena, la mayoría de ellas dejan una sensación de no terminar de enganchar, de no conseguir ese momento que atrapa y que en esta nueva escena folk tan boyante que se está desarrollando si que consiguen otros como Wild Honey, Bigott o una de las sorpresas del 2010, Mañana, sin tantos fuegos de artificio. La extremada longitud de los cortes no contribuye en demasía. Ese es el problema precisamente de "Making your own mum your best friend", que podría terminar hasta dos veces antes de ese final con cuerdas realmente innecesario. O de "Amor Fati", la más honda e intensa, a la cual le sobran mínimo dos minutos, siendo generosos. Y es que hay que ser demasiado bueno para que un tema de diez minutos y medio no se haga pesado ("Golden sun"), pero también es justo valorar el atrevimiento al intentarlo.
Por otra parte, la demasiada cercanía con algunas de sus influencias (especialmente obvia la de Arcade Fire en "A movement between these two", justamente en su innecesaria elongación) hace que en ocasiones nos de la impresión de que nos estamos enfrentando ante un delicioso pastel sin azúcar. En general, todo es demasiado barroco y sobrepensado, y ante tanta sobredosis ornamental se echa en falta un momento de sencillez tan necesario para dar cabida al intimismo. Parecen haberse preocupado tanto en sonar bien que se han olvidado de que lo realmente importante son las canciones (y si no, miren Aventuras de Kirlian).
Afortunadamente encontramos mil y un detalles positivos, y por tanto, esperanzadores, desde las castañuelas de "Hatem prayer team", quizás la canción con más personalidad del lote, y precisamente la más corta. Y es que la materia prima la tienen más que de sobra (instrumentalmente el grupo no es de diez, es de once), pero aún les queda bastante senda por recorrer, quizás más de lo que ellos mismos parecen creer. Es por ello que, aunque bien valorado, su debut nos deja un regustillo agridulce.