Fue en el verano del 2005 cuando Bunbury decidió convertir en brisa el Huracán Ambulante. Desde entonces no paró de viajar y de trabajar. En el 2006 publicó «El Tiempo de las Cerezas» (EMI, 2006) junto a Nacho Vegas. Sorprendió invocando el espíritu y cuerpo de Héroes del Silencio para ofrecer diez hiperconciertos que recibieron un tsunami de nostálgicos en cuero. Colaboraciones con muchos otros artistas, como su idolatrado Raphael… y todo esto después de afirmar en medio de un directo en aquel verano del 2005 que se iba a tomar un retiro temporal.
Otro pasatiempo al que también dedicó tiempo en su presunto descanso fue grabar otro disco en solitario. Para ello se encerró con una escopeta y un sombrero de vaquero en su casa-estudio del Puerto de Santa María. Precisamente de ese sancta santorum proviene el título del producto; «Hellville de Luxe» (EMI, 2008).
Un compendio de once temas puramente rockeros, con una indeleble huella de la música norteamericana y, de nuevo, del tipo que lleva Bunbury en una estampita oculto en su bolsillo; Bob Dylan.
El giro estilístico con respecto a su anterior álbum, algo a lo que nos tiene acostumbrados el zaragozano, se produce, aunque no es tan acusado como podía haberse pensado (recordemos, el grupo es totalmente nuevo). Parte de responsabilidad la tiene el productor, Phil Manzanera. El interés de «Hellville de Luxe» es ciertamente limitado, y casi todo él se concentra en el primer tema; el enérgico y acertado «El hombre delgado que no flaqueará jamás«. Ensombrecido por una polémica; el título y varios versos fueron literalmente saqueados del poeta Pedro Casariego. Él se defendió: copiar dos versos no es plagio. Y de nuevo citó a su virgencita, Dylan. Que un músico utilice material de otro creador no me parece que signifique que al músico en cuestión le haya abandonado la inspiración. Pero, las cosas como son, no citarle aunque sea en el libreto del disco es un error.
Sigamos con lo estrictamente musical. Las canciones suenan muy bien, merced a un muy buen grupo de acompañamiento, sobre todo la potente electricidad de la guitarra solista, Álvaro Suite. Hay temas que pasan el corte, como «Hay muy poca gente» o la tomwaitsana «Todos lo haremos mejor en el futuro«, pero las demás traslucen un cierto hastío y, sobre todo, unas composiciones muy poco originales. Se echa en falta la imaginación y la sorpresa que Bunbury solía inyectar a las canciones.
No estamos hablando de un mal disco, pero sí que parece uno más en su discografía.