Al grito de “¿Qué se puede hacer con el cerdo del tío Honorio?” irrumpía este trío en el panorama musical español. A continuación una serie de preguntas similares cuya respuesta final era: “Hay que lavalo”. No faltaba ni siquiera un solo de trompetilla de feria en la parte central. Un bombazo que sonó a todas horas en emisoras, bares y discotecas con una letra que recorría todo el costumbrismo rural y una música a tiempo de rock.
En la cara B “El ONI” y el subtitulo “Ojeto Nasoluto Identificaó”, un diálogo entre padre, hijos y vecinos sobre los extraños aparatos que pueblan los cielos españoles, siempre dispuestos a aterrizar, pongamos por caso, en la huerta del Benito con el peligro de recibir un garrotazo por estropear los sembrados de cebollas y boniatos.
Un par de bromas ocurrentes que abrían la espita de la música agraria por la que luego se colarían numerosos especímenes de todo jaez.