Rodeado de músicos vascos (Mikel Irazoki, Diego Vasallo, Joserra Senperena), algunos incluso con instrumentos tradicionales (Joxan Goikoetxea, Juan Mari Beltrán, Txetxo Bengoetxea), Álvarez se presenta en su nueva compañía discográfica con diecinueve versiones sacadas de diecinueve cajones distintos: Jeanette, Nancy Sinatra, The Knack, Caetano Veloso, Michael Jackson, Gabinete Caligari, The Police, Lio, Juan Costa y Fidel Prado, ABBA, Tony Renis, James Taylor, Olivia Newton-John & Electric Light Orchestra, Emmylou Harris, Guido y Maurizio de Angelis, U2, Boney M, Schubert, y Suzanne Vega. Ahí es nada.
A quien no conozca las originales, sin duda esto le parecerá un discazo. Así tiene que ser, porque las canciones son (en general) bastante buenas, y las versiones están (en general) bien hechas. Lo difícil ahora es encontrar a alguien que no conozca al menos media docena de estos «grandes éxitos», pues no se ha ido precisamente a rebuscar entre lo más recóndito.
Un filtro más exhaustivo y exigente no hubiera estado de más. Particularmente excluibles son “My Sharona”, “With or without you” y “Ave Maria”. Tampoco parece que lleven a ninguna parte “Every breath you take”, “Luka”, o la enésima versión de “These boots are made for walking” -aunque esta sí hizo camino: fue incluida años después en el quinto volumen de la colección de versiones “La Musique De Paris Dernière” (Naive, 2006)-.
Sin embargo, atreverse con “Por qué te vas” (¿la mejor canción de Perales?), “O Leâozinho”, “Cuatro rosas”, “Goodbye”, “Amoureux Solitaires”, “One of us” y “Rasputin”, y salir airoso (y a veces triunfante), tiene mucho mérito. En una apuesta aún más arriesgada, toma “Smooth Criminal” entre panderetas y acordeones y saca de ella una interpretación mucho más interesante que la que aquel mismo año Alien Ant Farm llevó a las listas de medio mundo.
Otro de los rescates gratos es “Quando dico que ti amo”, cuya adaptación al castellano -no incluida en el disco pero sí en el recopilatorio «Ñ. Los Éxitos del Año» (BMG, 2001)-, llegó a sonar en un spot televisivo. Además, refresca “Handy Man”, de James Taylor, y le cambia la cara (y de qué manera) a “Xanadu” y “Orzowei”.
Mención aparte merece «El novio de la muerte», un cuplé de los años 20 que narra la historia de un hombre que se alista en la Legión tras la muerte de su novia, con el propósito de reunirse con ella. El relato conmovió a quien tuviera que conmover, y pronto la Legión incorporó la tonadilla a su himnario. Aquí el drama se transforma en una nana siniestra y cuenta con la tímida participación Ana Belén, que asoma la voz al final.
¿Un disco menor? ¿Un capricho de músico inquieto? ¿Un producto más recomendable para neófitos que para melómanos de larga trayectoria? Pues posiblemente; pero eso no significa que «Grandes Éxitos» (DRO, 2001) no sea digno de escuchar, con atención, al menos una vez.