De esos escasos discos de los que te llevan a un estado superior de ánimo, “Fuerza Bien” (La Castanya, 2010) lleva a la máxima expresión su providencial título a través de una imparable sucesión de luminosas estampas twee pop de alta costura.
Crisol del mejor pop anglosajón de los 80 y 90, filtrado por sellos como K y 4AD, Me and the Bees se embarcan en la ardua empresa de trazar una hoja de ruta con dieciséis paradas y que no se haga pesado el viaje. Para llevarla a cabo, este cuarteto de exaltadores de melodías indelebles se pegan un festín sin resaca con los discos de Pixies -“Don’t come back”-, Neko Case -“Monstruos”-, Morrisey -“Now alone come on”- y The Go-Betweens -“Pamplinas”-, saliendo indemnes de las inevitables comparaciones y, aún por encima, añadiendo un significativo plus de personalidad a sus canciones. Ejecutadas con gran frescura, pican tanto del folk más epidérmico en “Patente”, el pop celestial de “Summer strange (my baby)” o el punk pop caramelizado que chorrea en “The bags”.
En cuanto a la interpretación de tan inspirado temario, mucho tiene que ver la garganta de terciopelo crispado con la que Esther ilumina, de la manera que mejor convenga en cada momento, cada tramo de este disco. Con un fondo repleto de vísceras y nervio, el tono que impone a las canciones está muy por encima del simple reclamo revival que otras bandas internacionales como The Pipettes se han sacado oportunamente de la manga. De esta manera, puede buscar la emoción más pura -“Tibidabo”-, jugar a vaqueros -“Cowboys”- o recordarnos, gracias a la suprema “Tostadas” que no sólo Tanya Donelly y Kim Deal pueden ponernos los pelos de punta en esto del indie-pop más dulce y físico.
Acompañadas por unos coros infectados de vitalidad, punteos de electricidad camaleónica, un bajo vibrante y una batería tan sencilla como intuitiva, Eli, Vero y Carlotto consiguen que todo el engranaje sonoro que da cuerda a “Fuerza Bien” suene a través de un crisol de pop jugoso para el que no queda más remedio que claudicar. Y es que las ganas y energía que desprende este magnífico debut, es el que sólo puede ser transmitido por cuatro amigos movidos por una causa común: conmover atacándote el corazón. Ni decir tiene que lo consiguen, sobradamente.