La carrera en solitario de Pancho Álvarez comienza en el 98 con este“tributo” a Florencio López Fernández (A Fonsagrada, 1914), violinista ciego que murió en 1986. Juanjo Fernández explica que “el hecho de vivir hacia finales del siglo XX hizo que mucha gente llegara a interesarse por él, conscientes de su valor como músico, y que lo grabase con aparatos caseros, tanto en audio como en vídeo, gracias a las facilidades que ya había enl os años 70 y 80”. El disco recibe el premio al mejor disco folk europeo por la revista Folk World.
Un disco que aúna modernidad y tradición, que rescata pequeñas joyas ocultas de la música tradicional gallega y lleva a cabo una labor de dignificación de los cantos de ciegos, cantares que a lo largo de la historia en la mayoría de las ocasiones no han sido tratados en su justa medida y han sido menospreciados. Cultura popular en todo su esplendor, poesía y melodías eternas que captaban la atención de la gente a base de “adornos y mordentes con sabor barroco, de exhibición, la difusión de sucesos célebres, la exageración de las letras” como bien explica Mini (Fuxan os Ventos, A Quenlla).
Nos encontramos con costumbrismo amoroso y mordaz -“A moza electricista” (compuesta por Pancho y el escritor Suso de Toro), “Parrafeo dos namorados”, “Os tres casamentos”-; la adaptación de piezas instrumentales tradicionales -“Xota de Riotorto”-, muiñeiras populares como “Muiñeiras de vai e ven” y composiciones propias con tintes clásicos -“O vals da Loriña”. También se atreve con “Ondas do Danubio”, pieza clásica obra del compositor y director de orquesta rumano Ion Ivanovici y con “Cantiga de Alfonso X”, Alfonso X, cantiga n° XV.
Un gran trabajo que muestra a Pancho Álvarez como uno de los grandes innovadores de la música tradicional gallega. Un maestro de las cuerdas que hace un ejercicio de estilo con su siguiente entrega: “Nas Cordas” (Fol, 2001).